lunes, 8 de junio de 2009

Opinión femenino-adolescente sobre Casa de Muñecas


Casa de Muñecas, escrita por Henrik Ibsen, me parece una obra fascinante. Lo que más me gusta, y llama mi atención en la obra, es cómo este libro te muestra la realidad de una sociedad injusta en su forma de tratar a las personas. Vemos en el libro, y por lo tanto en la sociedad, que el poder tiene pantalones y no falda. Leer esta obra no es nada fácil, su lectura es sencilla, no es que el vocabulario sea complejo para un adolescente, pero su dificultad radica en que es como un golpe para el lector. Eso lo he notado al hablar con mis compañeros: si eres un chico sientes lo malvado que han sido los hombres, como tú, al dominar a las mujeres durante siglos hasta ahora; si eres una chica te lamentas al ver el futuro injusto y discriminatorio que te espera. Sea como sea, luego de leer este libro no piensas igual que antes.
Desarrollaré mi trabajo sobre este libro basándome en los siguientes puntos que me parecen los más importantes a tratar: machismo y feminismo.

Machismo.
El diccionario nos da la siguiente definición de la palabra machismo: es la poca o ninguna consideración hacia las mujeres por creerlas inferiores a los hombres.
Me parece que la definición anterior es la adecuada sobre el machismo, pero cuando estás leyendo este libro, al inicio, no sientes que hay un acto machista entre los personajes. En realidad es una historia muy tierna al principio, Helmer es un hombre muy bueno, tierno y cariñoso con su esposa. No sé, es el tipo de esposo que todas queremos: romántico, tierno, que te mima, con dinero, que te trata como una princesa y cumple todos tus caprichos. Al principio, cuando Helmer llama “alondra y ardilla” a Nora, una siente que es tan romántico todo, que esos apodos no son una ofensa, que son una muestra de cariño como cuando tu pelado te dice “gordita, gordis, negrita linda”.
Pero poco a poco todo va cambiando. Cuando la historia se va desarrollando te das cuenta que Helmer no le está diciendo a su esposa nada tierno, te das cuenta que Helmer le está diciendo a Nora “animal, cuadrúpedo, bestia, sin cerebro”. Lo increíble del libro es que te enseña que el machismo no es sólo pegar a las mujeres, violarlas o matarlas. Esto es terrible también, pero hay otras formas de machismo que son más escondidas, más diplomáticas, pero que a la larga también te afectan. Es un machismo tapado, cubierto de caballerosidad, pero igual de injusto.
Nora es una mujer que no ha estudiado, no trabaja formalmente, se dedica al cuidado del hogar, sus hijos y la atención a su esposo. Es un ama de casa. Su esposo le da dinero, tiene empleadas en casa, no tiene que hacer nada en casa, sólo dar órdenes a los niños, a las empleadas y administrar el dinero que el esposo le da. Nora me recuerda a las madres de muchos de mis compañeros. Tengo amigas en el colegio Delta, y aquí también, que sueñan con esa vida, “casarse bien” con un hombre adinerado y dedicarse a la casa y los niños, con un ejército de empleadas domésticas, mientras ellas van al gym y planifican sus viajes a Europa. No puedo negar que es una idea tentadora. Me da vergüenza decirlo pero yo también he deseado en muchos momentos lo mismo. No quiero decir que ser ama de casa sea fácil, pero es mucho más fácil que ser ama de casa y mujer trabajadora al mismo tiempo. Esta forma de vida da poder a los hombres por encima de nosotras.
Los hombres quieren ese tipo de mujeres, amas de casas, porque pueden dominarlas a su antojo y conveniencia. Sí, te mantienen y te dan dinero para todo lo que quieras (o lo que su billetera aguante), pero a cambio tienes que entregarles algo que no tiene precio: tu libertad como ser humano. Esa es la trampa de Helmer y de muchos hombres en la actualidad, son buenos esposos que dan plata y mantienen la casa, pero las esposas no pertenecen a ellas mismas. Pertenecen a ellos porque el que tiene el dinero es el que manda.
Resulta muy interesante ver también a Cristina. Ese personaje es un poco opuesto a Nora. Cristina es una antigua amiga de Nora que ha tenido una vida muy dura, ha tenido que trabajar mucho para mantener a su madre y hermanos. Es una mujer libre, pero para ser libre tiene que trabajar duro y estar sola, sin un hombre, a estas alturas de su vida. Ella le pide un trabajo en el banco a Nora y a Helmer. Pero al final ella quiere librarse de su libertad como mujer al querer casarse con Krogstad, ella dice que quiere un hombre y unos niños a los cuales cuidar y entregar su vida. Cristina quiere ser una muñeca manejada por un hombre. No la juzgo, debe ser difícil ser una mujer sola en una época tan machista. Todavía es difícil.
Otra muestra de machismo en la obra es la reacción de Helmer cuando se entera de la deuda que tiene su esposa con Krogstad. Nora ha pedido dinero prestado a Krogstad para poder llevar a su esposo, gravemente enfermo, a Italia y salvarle la vida. Nora no le cuenta este hecho a su esposo porque, en esa época, las mujeres no podían endeudarse sin permiso de sus esposos, y Luego Krogstad utiliza este secreto para extorsionar a Nora para que Helmer lo mantenga en su puesto en el banco. Pese a la mentira, esto es una gran muestra de amor de Nora hacia Helmer. Pero a Helmer esto no le interesa. Él sólo piensa en su “honor de hombre” al sentirse humillado porque una mujer le salvó la vida. Tiene vergüenza porque los otros hombres le dirán que no fue lo suficientemente hombre para pagar por su salud y su hogar al mismo tiempo.
Esto me hace pensar en la importancia del honor para los hombres. Ellos se intimidan cuando una mujer sabe más que ellos, gana más que ellos o son más fuertes que ellos. Una físico-culturista no es nada “femenina” para un hombre, si una mujer es una empresaria exitosa es difícil que se case y las mujeres intelectuales no les parecen sexys a los hombres. Si una mujer es fuerte, inteligente o trabajadora el hombre siente que su “poder u hombría” es disminuido.

Feminismo.
El diccionario nos da la siguiente definición de la palabra feminismo: movimiento que busca la emancipación de la mujer luchando por la igualdad de derechos entre los sexos y la abolición de todo tipo de discriminaciones por razón de sexo.
Lo interesante de esta obra es que poco a poco va cambiando cuando la vamos leyendo. Nora es un personaje que se va transformando poco a poco, que al principio está muy feliz con su vida como madre y esposa, pero que siente luego que a su vida le falta algo. En la mente de Nora nunca está presente la palabra feminismo, ella sólo quiere ser feliz con su esposo y sus hijos porque fue educada para eso.
Aquí vemos que las mujeres tenemos muchos sueños, pero parece ser que el principal de todos es tener un hogar. Casarnos con un vestido blanco y largo, diseñar el traje de nuestras damas de amor y de honor, el galán guapísimo y adinerado que será nuestro esposo, elegir el lugar para la luna de miel, los nombres de los futuros niños, qué romántico, qué delicia. Ser madre y esposa es nuestro sueño ¿pero cuándo pensamos en ser mujeres en el sentido real de la palabra? Me refiero a vernos a nosotras como seres apartados de un hombre y sus hijos. Que vivimos en función de nosotras, de nuestros intereses, y no según el plan familiar.
Yo envidio a los hombres, no lo voy a negar. Siempre piensan en función de ellos mismos, no en función de planes ajenos, pueden ir a donde les dé la gana, no tienen que dar explicaciones a nadie, no son criticados por los demás por cuestiones morales ni esas cosas. Creo que esa es la igualdad tan deseada de la que nos habla el concepto de feminismo, poder hacer lo mismo que hacen los hombres sin ser criticadas por eso.
Pienso en Nora cuando tenía trabajos informales desde su casa. Su capacidad de ahorro y esos trabajitos le permitían ganar algo de dinero para sí misma. En una parte de la obra ella dice sentirse como un hombre al poder ganar dinero y esta sensación le produce un placer especial. Pero su esposo la regaña luego por ser ambiciosa y pretender trabajar al final del libro. Para esa sociedad, y la actual, un hombre ambicioso es un hombre admirable. Nosotras somos mujeres malas si pretendemos ser ambiciosas. Es este poder lo que sea Nora, y lo que deseamos también nosotras.
Nora al final confiesa sentirse como una muñeca manipulada, primero por su padre y luego por su esposo. Manipulada con ternura, sí, pero manipulada. Sus hijos son otra forma de manipulación por parte de la sociedad, porque la sociedad le permite hacer todo a un hombre casado y con hijos. Al fin y al cabo hombre es, dice el dicho. Pero una mujer, casada y con hijos, en igual condición que su esposo, no puede hacer lo que se le venga en gana. Un hombre casado y con hijos, si engaña a su esposa con otra mujer, no sufre la misma censura que la que sufre una mujer infiel.
Al final Nora decide abandonar el hogar no por mala, sino porque tiene una tarea por cumplir: ser mujer. Este final es muy complicado para una mujer. Yo nunca podría abandonar a mis hijos para realizarme como mujer. En mi cabeza una madre que hace eso es una persona horrible, porque para una mujer sus hijos son su vida y razón de ser. Intento no juzgar a Nora, pero es difícil no hacerlo. Sin embargo la entiendo y siento pena por ella, porque tarde ha decidido tomar el control de su vida. Ella me ha enseñado que debo tomar el control de mi vida ahora que soy joven y no tengo hijos bajo mi responsabilidad.
Ahora me pregunto por qué somos seres monstruosos si abandonamos el hogar, pero los hombres sólo son hombres si lo hacen. Qué injusticia.